Cuando yo era niña, eso del aire acondicionado casi no se sabía qué era. La gente usaba ventilación natural, ventiladores eléctricos o abanicos.
Y el mundo seguía su curso sin más historias.
Actualmente, pocos entienden un verano –por ejemplo- sin aire acondicionado…
Y yo creo que no es para tanto.
A mí ese sistema de refrigeración no me hacía mucha gracia. Pero claro, eso era porque yo vivía en el sur, en un lugar poco caluroso. Mis ideas al respecto, cambiaron mucho el día que me tuve que mudar a Madrid por motivos laborales.
En mi ciudad natal, trabajé durante diez años en una oficina donde el aire acondicionado funcionaba de forma casi continua durante el verano. No me gustaba, porque me resecaba la nariz y me provocaba contracturas en la espalda (entre otras cosas, porque los chorros de aire frío estaban muy mal dirigidos), pero no había más opción que aguantarse.
Mi empresa, a mediados de julio de hace un par de año, me comunicó que yo debía trasladarme con carácter de urgencia a sus oficinas de Madrid. Acepté, porque en esa época me gustaban las aventuras y porque mi sueldo iba a mejorar bastante.
Así que hice mis maletas y tomé rumbo a la capital. Nunca olvidaré mi llegada aquel 1 de agosto…: un calor tórrido caía a plomo sobre el centro de España. Los pies se te calentaban progresivamente al caminar por las calles, y un peso y una asfixia que nunca había sentido antes, empujaban mis hombros y todo mi cuerpo hasta el límite de querer arrastrarme con la lengua fuera por la ciudad.
Fue horrible: jamás percibí tanto calor en toda mi vida.
Yo, muy valiente, y antes de llegar a Madrid y descubrir lo que era el calor de verdad, había alquilado un apartamento sin aire acondicionado, porque pensaba que no resultaría necesario.
Pero claro, en cuanto llegué y abrí la puerta del que sería mi nuevo hogar, fue como entrar en un horno industrial.
Lo primero que hice fue buscar una empresa de instalación de aire acondicionado en Madrid. No me quedaba más remedio. O eso, o morir de un golpe de calor.
Hablé con mi vecino, que era un chico polaco muy simpático y me recomendó a los de Mondrey aire acondicionado.
Magnífica recomendación, porque al día siguiente de llamarlos y en pocas horas, me habían solucionado el problema con gran profesionalidad.
Además de buenos precios, tienen un inmenso abanico de productos y marcas, y trabajan muy bien.
Porque como bien explican ellos mismos, en este sector, no todos los que dicen ser profesionales, lo son en realidad, y hay que ser cuidadosos a la hora de elegir, si uno no quiere llevarse sorpresas desagradables.
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